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“No habría mucho más que decir, salvo esto: gracias, Felisa. Si consiguiera que mi agradecimiento más sentido y sincero llegara en toda su amplitud, eso sería más que suficiente. Pero como me temo que esas dos simples palabras pueden saber a poco, añado que la Feria del Libro de Santander me ha sorprendido como nunca lo esperé. Por su ubicación, por su actividad, por su agenda, por su capacidad de convocatoria, por su organización, por su viveza, por su diversidad, por su energía, por su brío, por su entusiasmo… y por los santanderinos y las santanderinas. Sobre todo por ellos y por ellas… los lectores, las lectoras. Nada me gusta más que ver cómo caen los mitos y cómo se desbaratan los tópicos. No solo me emocioné con esa Plaza Porticada a rebosar de espectadores de todas las edades; también disfruté el momento de charla provocadora al alimón con David Remartínez, y me conmovió la atención y el respeto con el que nos acompañaron esa tarde del 6 de julio. Pero si tengo que elegir un momento, me quedo con la gratitud que me trasladó una lectora durante la firma de ejemplares: ‘Nunca imaginé ver así esta plaza, en mi ciudad, durante esta presentación. Me voy feliz a casa porque algo ha cambiado’. Pues eso… que las tradiciones están para saltárselas”.