Pocas cosas se transmiten tanto como la dedicación, como el amar lo que uno hace, y eso es exactamente lo que me contagiaron los miembros del equipo de la Feria del libro de Santander. Pocas veces he estado tan a gusto y me han tratado tan bien como durante la «Felisa». Ojalá pueda volver el año que viene… Y el otro y el siguiente… ¡Larga vida a Felisa!
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