Un diario casi completo escrito por Fernanda Sanz Villegas
Sábado 5
Felisa ha entornado las contraventanas, dice que pronto cerrará la casa, que necesita unos días de descanso físico porque desde que llegó no ha parado y está agotada y descanso emocional porque lleva la cabeza y el corazón a punto de reventar de tantos encuentros, emociones, abrazos, sentimientos, recuerdos, compromiso, posicionamiento, … tanta ilusión y tanta gente… Necesita que esto sedimente para seguir creciendo, dice, como si algo así se pudiera mejorar más.
Pues sí, se empieza a despedir, pero ya ha anunciado que hoy es otro día grande, de intenciones, invitados a su mesa y sorpresas.
Cuando llegamos, aparece Lucía Mbomío. En vez de estar en Aquí en la tierra está aquí, en la Plaza, en la Plaza de la Palabra, para denunciar la situación y condiciones de vida de much@s migrantes.
Esta Felisa nos hace Mirar todos los días y nos muestra lo incómodo, la dureza, la marginación, lo que a veces evitamos para que no nos escueza, nos lo muestra Felisa para que tomemos partido, para que no olvidemos, para que no miremos hacia otro lado. Y cuando termina nos parece haber renovado nuestra conciencia social, nuestra determinación. Nos levantamos de la silla con un puntito más de conocimiento y ojalá también de activismo.
Presenta Lucía Mbomío Tierra de luz. Ella, que no considera que haya abierto ventanas porque hubo quienes las abrieron antes, quizá con otra repercusión que achaca a qué tipo de editoriales publicaron, qué librerías distribuyeron y qué público se interesó por ell@s. Aunque afirme que no ha abierto camino sí que ha convocado a un buen número de personas hoy, aquí, en la plaza.
Este libro habla de jornaleras, las que trabajan en plásticos en la huerta de Europa en condiciones inhumanas y miserables. Habla del fracaso inasumible después de haberlo arriesgado todo a la aventura de Europa y cómo hay personas que viven peor aquí que en su país de origen, pero se quedan por lo difícil que es aceptar la derrota.
Esto, que ella ha conocido bien en sus trabajaciones afirma que debe ser contado porque los medios solo se hacen eco de la llegada de l@s migrantes. Nada sabemos de lo que pasa años después. Y parece que a nadie le interese. No reclamamos saberlo.
Denuncia lo que tantas veces he pensado del impacto de la guerra según el color de la piel de quienes la sufren. Así la de Ucrania, no menor ni mayor, nos trastocó muchísimo y no es así en los incontables conflictos y guerras de África, dice que el África subsahariana no existe, son 40 países que se engloban en un término común y nada tienen que ver unos con otros. O sí, digo yo, nuestra pasividad ante sus problemas. ¿Los vemos demasiado lejos o demasiado diferentes? Por lo que sea habrá que repensar y abrir bien los ojos para ver lo que pasa, los oídos para escuchar su lucha , los brazos para acogerlos y el corazón para sentirlos iguales sin que tengan que demostrar heroicidad. Ya la han demostrado llegando.
Dice que la literatura es como un drenaje para quien tiene dificultades al expresar sentimientos, que escribir es un ejercicio de desnudez y que ocasiona cierto pudor desprenderte de vestiduras. Me conmueve la utilización del fang, lengua de Guinea, para decirle a su padre te quiero sin que otr@s lo entiendan y cómo su padre responde cuando se siente al abrigo de la intimidad. Las palabras y sus historias nos entretejen y se constituyen esas cosmogonías que nos sustentan en momentos de abismo.
De elefantes «fanghablantes» a tucanes preparando munición para la guerra. Todo cabe cuando se precisa consuelo. Todo cabe en un relato. Me gusta la palabra que dedica a su padre: contón. El que cuenta mucho. La apunto.
Los bulos salen recurrentemente en esta plaza. Que tanta, o tan poca, inteligencia natural y artificial se pongan al servicio de la fabricación de mentiras para engordar el odio… me inquieta muchísimo.
Habla de nuestra ceguera para reconocer como español/a a quien tiene la piel de otro color, de la nostalgia que se siente incluso de las cosas desconocidas, de microcréditos entre mujeres y poder de la literatura, de unión entre personas y consumo de proximidad.
Algunas ideas que me han gustado:
«Se le abultó el ombligo y le salía un hilito para volver al lugar del cual partió».
«Me gustaría pensar que la literatura puede llegar a mundos que no conocemos, aunque escueza».
De los microcréditos. «Cada peldaño es un abrazo entre mujeres para tomar aire».
«Es la melodía de la esclavitud moderna».
Tiempo de pensar para dentro.
A Javier Cercas lo espera una plaza rebosante de gente. Trae El loco de Dios en el fin del mundo. En la presentación se recalca su ateísmo, por si alguien piensa otra cosa. Dice que después de la experiencia sigue siendo igual de ateo y más anticlerical.
Cuenta cómo Lorenzo Faccini le ofreció la oportunidad de viajar a Mongolia con el Papa Francisco y su extrañeza porque él no era de su cuerda y podía ser peligroso.
Aclara que es cristiano de cultura y explica que Europa es la confluencia entre Grecia y Jerusalén, o sea, entre Sócrates y Jesucristo. Confirma que Occidente no se puede entender sin el cristianismo, por tanto no podía decir que no.
El libro lo considera mestizo, como crónica, ensayo, biografía, autobiografía y termina siendo una novela en la que todo es real.
Al aceptar este proyecto pensó una respuesta que quería tener del Papa. Habla de su madre, una persona de fe rocosa y la certeza de su madre de encontrarse con el marido, que ya murió, después de la muerte. Javier quiere escuchar que su madre y su padre se van a encontrar, y esa pregunta lleva preparada para el viaje. Este libro habla de la resurrección y la vida eterna y… como en todos sus libros hay un enigma y que alguien intenta descifrarlo.
Nos acerca a Nietzsche y su libro El loco, con aquel loco que iba con un farol gritando: Dios ha muerto lo hemos matado. Hay que hacer la lectura no de victoria por haberlo matado sino de desolación por la ausencia. Aparece en el narrador de este libro, la nostalgia por el mundo ordenado. Y asegura que el esfuerzo que más le ha costado ha sido el de acercarse sin prejuicios. Desposeerte de prejuicios es, a veces, casi imposible. Desde un ateísmo practicante me veo tan incapaz de transitar por los senderos de la fe, que veo en el libro una valentía o una suerte haber podido salir de sí, y haberse acercado o comprendido los sentimientos y creencias de quienes en la fe están tan distantes. Aunque me tranquiliza que nada puedo hacer porque la fe, sea intuición poética o un don, como sugería Bergoglio, es absolutamente involuntaria, no admite modificación. Cuando eres… de izquierdas, feminista, ecologista, pacifista, sensible a problemas sociales, pro derechos humanos, no militarista… si además eres atea… te relaja descubrir que en esto no tienes nada que hacer porque la voluntad no se aplica. Al menos … esta causa tendrá atenuante. De las otras soy plenamente consciente y me reafirmo, de la falta de fe, aunque sea inocente, también me reafirmo. Y me encanta saber que no estoy sola, que sumamos fuerzas y energía.
Como no he leído el libro, no sé a qué se refiere con: «si yo fuera ateo pensaría que el final es un milagro».
Habla de lo que fue el Papa y de lo que es la Iglesia. Entiendo perfectamente la palabra que usa Olga Agüero para ‘encasillar’ la iglesia de nuestro país, dice carca y me parece que queda perfectamente ubicada.
Parece que la de aquí es menos avanzada que el Vaticano y que algunas más. Considera el Vaticano como más abierto y progresista.
De Bergoglio descubrió que fue un revolucionario y por eso se granjeó tanta simpatía que hasta rezaban para que se muriera pronto. Y esto siendo el Papa de su iglesia, si no…¿qué son capaces de hacer? Podemos imaginarlo, la historia y la actualidad nos dan muchas referencias.
Una iglesia de pobres, ¡qué ocurrencia! Se entiende que pensara el Papa que l@s misioner@s fueran los cristianos ideales, se entiende también que tuviera tantos problemas porque los cambios de trayectoria tienen consecuencias… no siempre agradables.
Nos descubre que Francisco era un reivindicador radical del sentido del humor, compartía esta ‘ debilidad ‘ con uno de sus antecesores: Juan XXIII.
Y también el conocido por sus detractores como pornocardenal. No recordarán El cantar de los cantares.
Dice algo de su procedimiento de trabajo que me gusta mucho , lo de la grabación. El aporte de gestos, movimientos, postura,… es casi tan importante como la palabra por todo lo que transmite.
Javier Cercas nos ha mostrado la parte humana y «profesional » de un Papa que le hizo hasta el marketing al libro eligiendo bien el momento de morirse. Nos ha llevado además por ese Vaticano hermético y secreto donde se cuecen pasiones y maldades que no deberían tener cabida allí.
A punto de terminar van llegando con banderas palestinas. En algunas pancartas pone «Que la guerra no me sea indiferente «. Con fe o sin ella que este deseo se convierta en realidad. Sería fantástico.
Cierra las noches de Felisa La mala hierba embandada. La llegada al escenario ya nos avisa de que será una gran noche.
Maletas, una bola del mundo y un buen puñado de libros van ocupando parte del escenario. Gema Martínez, la chica que canta, explica que el repertorio ha sido creado para la ocasión. ¡Qué detalle, Felisa! Y además, como aquí las cosas que pasan vienen meditadas, queridas, sentidas, vividas y nunca son casuales, las canciones serán sobre migración, hablarán de la necesidad del ser humano de migrar para huir del hambre, para reunirse con su familia o para mejorar sus condiciones de vida. De ahí, de esta migración, que hayan elegido Aves, de ahí la canción que suena mientras ocupaban sus sitios en el escenario. De fondo la pájara pinta.
Y despliegan un repertorio magnífico: la de la madre africana que espera a que vuelvan las golondrinas y le traigan noticias de su hijo en Europa, el poema los pájaros de Gloria Fuertes, João Gilberto, la historia de racismo que inspiró Blackbird de Los Beatles, Ser gaviota que cantaba Pepa Flores, no falta una mención a la centenaria Carmen Martín Gaite o a Ana María Matute. De ella es «nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana». Vuela desde el siglo XVII el Rossinyol, más cercano en el tiempo el Sparrow de Simon & Garfunkel o el Pajarillo Verde. Hay uno que nos da un buen picotazo en el corazón, es el Pájaro sol palestino. Cuando Gema cuenta el conflicto de desposeimiento, nos damos cuenta de qué manos nos gobiernan. Llegar a quitar o cambiar o perturbar la identidad de un pueblo es una locura, una maldad… menor entre tantas muertes, pero que se detengan en un pajaruco chico para quitarte lo único que te queda, identidad, es macabro.
Mikel Laboa o Mercedes Sosa acompañan en esta noche mágica y comprometida, libre y solidaria.
Tengo los oídos felices de haber escuchado gallego, catalán o euskera, felices de oír aplausos muy sonoros en estos días en los que el odio cutre de alguna pone vetos a las lenguas y a la diversidad. Aunque ell@s hagan ruido, nosotr@s también somos much@s, no tan bien organizadas, pero much@s.
«En cada semilla hay un bosque,
en cada palabra, un poema».
Con estas palabras se despiden. Embandada, un canto a la libertad.
Compramos el disco que nos cobija esta noche más clara que las otras, en el camino de vuelta a casa.
Larga vida a Felisa, reclama. Así lo deseamos.