15 clubes de lectura de Cantabria han participado en la propuesta que les hemos hecho este año desde Felisa. Si en 2022 fue ‘En esta ciudad leen hasta las piedras’ y en 2023 se trató de ‘El banco bueno’, en 2024 hemos construido entre todas y todos ‘La balconada’: un proceso para visibilizar a autoras cántabras durante la Feria del Libro.
El resultado es que, entre todos ellos, han seleccionado 14 autoras cuyos nombres nos acompañan durante toda la Feria desde los balcones de la fachada de Unicaja.
Hay muchas más, pero Felisa comparte este año la Plaza de la Palabra con estas mujeres seleccionados por sendos clubes de lectura:
Los clubes de lectura que han participado en esta acción son:
Regina Carral
(Puente de los Ingleses)
Carmen Cuevas
Callealtero
María Toca
Miralpuerto 2
Concha Rincón García
Fernando Rebanal
Berna González Harbour
*Centro Cívico Santa Cruz de Bezana
*Nosotras (Biblioteca de Camargo)
Elena Quiroga
Gravina
Sara Morante
Club de lectora de Cómics
Biblioteca Central de Cantabria
Pilar Ruiz
Los Arenalesa de la BiBlioteca
Central de Cantabria
Elena Camacho Rozas
Alejandría
Conchi Revuelta
Metrópolis
Nieves Álvarez Martín
Maoño
Marta San Miguel
Miguel Delibes
Gloria Ruiz
Locus Amoenus
Almudena Campuzano
Pasapágina (Los Corrales de Buelna)
Club de lectura PUENTE DE LOS INGLESES
REGINA CARRAL / Fragmento de Vitalia
«Cuando llegaba el domingo, en la plaza del ayuntamiento era todo bullicio; se celebraba el mercado….. No sólo en el vestir se veía la transformación de las amas; además, sustituían el cueno o cuévano en el que acarreaban a la espalda las mercancías por caballerías donde podían cargar mucho más género, pues ponían unos cajones de madera o mimbre a ambos lados del aparejo y cargaban el doble; incluso ellas mismas podían ahorrarse la caminata de ir y venir andando a sus casas, a veces bien alejadas, y volver montadas a caballo.
El bullicio del mercado fascinaba a Regina, soñaba con tener sus cosechas propias, sus gallinas, su chon bien hermoso y unos reales siempre en el bolsillo del delantal para acometer cualquier imprevisto. Con los reales ahorrados trabajando para el boticario compró Regina la canastra a las covaneras que bajaban de Guzparras: eran las mejores, las más bonitas también, en ella se criarían todos sus hijos y más tarde algunos de sus nietos”.
Club de lectura CALLEALTERO
CARMEN CUEVAS / Fragmento de Calle del Carmen, 21
«Asunción parecía superar poco a poco la conmoción inicial que le había provocado el ataque de Cabarga.
—Paquito llevaba varios días de retraso en el pago del alquiler: No era la primera vez que pasaba, pero nunca había dejado pasar tanto tiempo, y mi pensión es tan pequeña que no da para nada, usted puede imaginarse. Hoy en día todo ha subido para que la gente como yo no sepa cómo vamos a subsistir.
Desde la puerta, Rodríguez no pudo evitar sonreír ante las razones que él ya había adivinado el día anterior. Cabarga, sin embargo, la miraba con preocupación, aunque sus palabras eran neutras.
—Siga, por favor.
—Estuve unos días sin saber qué hacer. ¿Dónde podía ir? Estiraba como podía el poco dinero que tenía, pero no tengo hijos ni nadie a quien recurrir, y los recibos van llegando y hay que pagarlos. Cuando subí al piso estaba desesperada.
Y de nuevo una pausa que llegaba en ese mismo punto en el que ya habían estado antes, el punto que marcaba la frontera entre lo que el comisario Cabarga quería oír y lo que Asunción Menéndez no quería contar. Sólo las manos se interponían entre ellos. Con un temblor que no podía controlar, la señalaban y la avergonzaban, y las miró fijamente mientras las apretaba contra el cuerpo. De pronto, sin que ninguno de los dos policías llegara a adivinar sus intenciones, se volvió con rapidez hacia la pequeña vitrina que tenía a su espalda, abrió una de las puertas, sacó una botella de ginebra y un vaso, y lo puso en la mesa. Mostraba tanta decisión que, aunque Cabarga en un primer momento pensó en pararla, acabó por no intervenir. Al inclinar la botella se movió con violencia en sus manos. El líquido fue cayendo dentro y fuera del vaso, rebosando sus extremos, extendiéndose por la mesa y cayendo al suelo, rodando por la comisura de los labios y mojando el rostro y la ropa de Asunción Menéndez. Cuando el vaso estuvo vacío, se limpió la boca con el reverso de la mano. Lo hizo sin remilgos, sin cuidado, y después volvió a mirarles y a hablar”.
CARMEN CUEVAS nació en Santander en 1971. Licenciada en Ciencias Físicas por la Universidad de Cantabria en 1994, trabajó durante veinte años en la Universidad de Cantabria y, más tarde, en varias multinacionales de diferentes ámbitos tecnológicos. Apasionada de la literatura, publicó diversos cuentos en varias antologías de relatos y su primera novela como coautora, La última frontera, fue finalista del Premio Círculo de Lectores 2010. En 2014 publica su primera novela policíaca, Calle del Carmen 21.
Club de lectura MIRALPUERTO 2
MARÍA TOCA | Fragmento de ¿Son celosos los dioses?
Dan las seis. El carrillón de la catedral suena con pereza, con la calma intrínseca de una ciudad que duerme en el medievo. Se voltean las hojas, la calidez ha tornado a convertirse en aire afilado, que trepana la piel. Aunque me envuelva en la pashmina y el abrigo, siento que traspasa mis huesos. La gente me contempla con un cierto estupor al pasar a mi lado. Debo tener el aspecto deplorable de los muertos vivientes, con la blancura cetrina del papel arrugado. Como si la sangre se volviera perezosa para llegar la cara y la delgadez adelantara el rostro del difunto. Caminaré con las pocas fuerzas recuperadas, hasta el hotel, descansaré un poco antes de volver a salir. Será la última noche, la última jornada en que mis ojos se abrirán entre el embrujo de la ciudad que tantas noches soñé, para envolverme en el último adiós.
Cada paso que doy, es un esfuerzo que agota. Esta mañana caminé demasiado, me temo que las fuerzas se consumen por momentos. No quiero quedarme presa de mi agotado cuerpo. No hasta que yo decida. Hoy, todavía no es el momento, me queda mucho que recordar, ya no son tantos los capítulos, pero me resta alguno que quiero revivir.
Club de lectura Fernando Rebanal
CONCHA RINCÓN GARCÍA | Poemas
SUEÑOS¿Qué puedo yo ofrecerte?
Tan poco es lo que tengo,
Un corazón cansado dentro de un viejo cuerpo
Unos miles de lágrimas en unos ojos secos.
Ya sé que no me quieres,
Pero tanto me asusta esta certeza
Que prefiero cubrir mis pensamientos
Con flores de esperanza,
Con sueños de poeta.
xxxx
Sueño
Con un camino sin destino
Con caminar a solas
Sin recuerdos
Con un rayo de sol
Cuando me hiera el frío
Con un montón de paja
Cuando me venza el cuerpo
Sueño
Con un camino sin destino
Con un papel y un lápiz
Por si me brota el verso.
ANIMALARIO
Ayer me he acercado al mar
a preguntar a los peces
quien les enseñó a nadar.
Se han quedado pensativos
sin saber que contestar.
《Yo creo que fue mi padre》 -dijo serio el calamar-
La descarada sardina
casi se me echa a llorar.
《Yo no he conocido al mío,
lo debieron de pescar
siendo yo muy pequeñita
y no me puedo acordar.》
Estaba yo acongojada
ante tan triste orfandad
cuando se acercó el bonito, pesadote y doctoral, susurrándome al oído:
《 Ella es hija natural》.
Centro Cívico Santa Cruz de Bezana
BERNA GONZÁLEZ HARBOUR | Fragmento de El Pozo
Elegí periodismo porque no quería elegir, ni sabía hacerlo, ni renunciar a nada. Eran tales mis dudas que mi madre me regaló un manual de profesiones de la A a la Z y fueron tantas las que señalé, desde azafata hasta agente de viajes o enseñanza de idiomas pasando por filología, historia o filosofía, que solo al llegar a la P de periodismo empecé a entender lo que quería.
Periodismo: ¿qué era aquello? En mi ignorancia, ni yo seguía especialmente las noticias, ni leía periódicos ni conocía esa carrera. Pero ¿qué podía significar aquello? Significaba escribir y a eso era adicta. Significaba viajar y a eso quería serlo. Significaba escapar y eso era lo mejor. Y significaba retrasar la elección, porque el periodismo me iba a permitir escribir de todas aquellas cosas que me interesaban sin excluir de entrada las demás. Era perfecto. Jamás supe si había algo interesante al final del libro, desde la letra P hasta la Z, pero si lo había ya será para otra vida.
Al terminar, he preguntado a algunos compañeros de fatigas por qué eligieron esta profesión. Márquez se hizo cámara porque un amigo lo era y le envidiaba al ver que iba a cubrir partidos a Salamanca, por ejemplo. Ni por lo más remoto imaginó que un día le preguntarían si tenía pasaporte y, al decir que sí, le mandarían a Vietnam. «Aquello sí que me enganchó, enseñar a mi madre lo que pasaba en Vietnam y no en un partido en Salamanca, ser los ojos de millones de españoles, cuenta a sus setenta años.
[…]
Casualidades, pasión por escribir y por contar historias, también por volar y escapar son las grandes razones que hacen del periodismo una profesión suprema. Del afán de viajar a guerras en busca de la «hijoputez», que debemos conocer, en palabras de Arturo, al ansia de bucear en la cultura para dar a conocer hallazgos, como Javier o Morla. Aunque hoy prima la precariedad, como remata el joven Brian Pérez, veintisiete años, que llegó para contar y contar y una vez dentro también encontró cosas que no esperaba: la precariedad, la falta de oportunidades, los sesgos marcados. «Espero que me quede mucho por progresar antes de darme por vencido. Por eso, por ese torrente de vocaciones, impulsos y ambición de contar, este libro no es un ataque al periodismo.
Sino un Homenaje al periodismo de verdad.
Club de lectura NOSOTRAS Biblioteca Camargo
Fragmento de Las lagrimas de Claire Jones
Capítulo 15
«El ferry entraba ese día despacio por la bahía, guiado por un práctico que le ayudaba a evitar los bancos de arena crecidos ante un agua en retirada por la marea baja. El cielo estaba encapotado, amenazaba lluvia… No había mucha gente esperando en el muelle, apenas varios jubilados y curiosos a los que el ferry rutinario de Inglaterra ya no llamaba demasiado la atención…
Ella comprobó que era la única que guardaba cierta expectación por un atraque que la ciudad recibía de espaldas…»
Capítulo 55
«Tomó el coche y condujo despacio. Tantos días de estancia le habían dado una soltura en estas calles que la había llenado de seguridad. Dejó atrás los últimos semáforos de la ciudad rumbo a las playas del norte, rocosas y solitarias, y se adentró entre las callejuelas que daban la espalda a Santander. Volvía a llover de forma endemoniada y los limpiaparabrisas no lograban despejar la oscuridad que acompañaba las cortinas de agua…».
BERNA GONZÁLEZ HARBOUR es premio Dashiell Hammett 2020, que concede la Semana Negra de Gijón a la mejor novela del género en español, por su novela El sueño de la razón. Creadora de la comisaria Ruiz y una de los «nueve novísimos» de la literatura española negrocriminal según Paco Camarasa, fue finalista del mismo premio en 2018 con Las lágrimas de Claire Jones y es premio José Estrañi 2020, premio de los libreros de Cantabria 2018 y miembro de varios jurados literarios. También es periodista, analista política y colaboradora cultural. Es subdirectora de El País, donde ha sido editora de Babelia y enviada especial a numerosos países en conflicto.
Club de lectura GRAVINA
ELENA QUIROGA | Fragmento de Tristura
Oía la tormenta, se hablaba de la tormenta, me llegaba el resplandor entre las junturas de las ventanas o de mis ojos, pero no la conocía cara a cara, sin cristal.
Julia salió a la tormenta como si se moviese en ella igual que entre Jared y Enoc. Salimos a la azotea de su cuarto y el viento negro me despejó de pelos la cara, a ella le desprendió unas mechas de su moño, se las atravesó en los labios. Batía la ventana, medio lado sujeto. Entre las dos la aguantamos mientras buscábamos el agarrador: se nos escapaba. Era temprano, pero atardecía.
Primero se oyó el trueno lejos, como si el cielo tuviese un pozo también, y le devolviésemos la voz, retumbando entre nosotros. Los relámpagos cimbrearon sobre el Astillero. Nos apretamos contra la barandilla, mi mano en su mano.
Fue acercándose, creciendo, hinchándose.
—Viene por El Sardinero.
ELENA QUIROGA DE ABARCA (Santander, 1921-A Coruña, 1995) Autora de una extensa obra narrativa en prosa que junto a la de otros escritores como Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa, Ana María Matute y Juan García Hortelano, jugó un papel clave en el auge de la novela española entre los años 50 y 60. Se la considera una de las voces femeninas más relevantes de su generación, con rasgos comunes como la preocupación por las injusticias de la vida y la explotación temática de las experiencias, especialmente durante la infancia y adolescencia.12 Fue la segunda mujer en entrar en la Real Academia Española, tras Carmen Conde. Elegida en 1983.
Club de Lectura CÓMICS BCC
SARA MORANTE (texto de Flor Fané) | Fragmento de Formas de matar a un padre
Escribo cuarenta y siete formas de matar a mi padre. Solo por el deleite de recrearlas con palabras. Las releo horrorizada, pero se me ocurren otras nueve. Algunas son muy violentas, otras son accidentales, en otras se cuela mi madre, No hay sufrimiento en estas últimas; son infortunios; coches que se despeñan, casas que arden, atracos a mano armada; mi interés por estas últimas, en las que mi madre también desaparece, es tan solo que dan como resultado la orfandad. Me quedo sola. Releo la lista con su descripción correspondiente. Me sobreviene una profunda tristeza solo de pensar que me quedo huérfana, que mis padres mueren, incluso solo en las muertes de mi padre. Intento recuperar mi inspiración: recuerdo el ser horrible que es y consigo escribir la sexagésima muerte. Y me vuelvo a quedar huérfana.
SARA MORANTE (Torrelavega, Cantabria, 1976) es una ilustradora española que en los últimos años se ha convertido en una ilustradora de referencia entre las editoriales independientes. En 2019 la Consejería de Cultura, Educación y Deporte del Gobierno de Cantabria organizó su retrospectiva Sara Morante. 2009-2019 en la Biblioteca Central de Cantabria.
Club de lectura LOS ARENALES BBC
PILAR RUIZ | Fragmento de La virgen sin cabeza
El tiroteo dese la aldea cesa de repente.
—¡Alto el fuego! ¿Alto el fuego! —grita el comandante con la voz ronca.
Mar nota las gotas de sudor recorriéndole el cuello y la espalda.
—¡Desplegaos, vamos, vamos, vamos…!
Se una al grupo que corre hacia los muros más cercanos de la aldea. Sube la loma hundiendo las punteras de las botas en la tierra que se deshace bajo sus pies.
Los soldados españoles se despliegan entre las ruinas del pueblucho. Tras el primer muro, aparecen acribillados los cuerpos de cuatro hombres que todavía sujetan sus armas con fuerza, como si ni la muerte pudiera arrebatárselas.
—Estos ya no dan más guerra —dice alguien después de inspecciónalo los cadáveres.
La formación continúa atravesando lentamente la aldea hasta llegar a una casucha reventada por las granadas. Hay un bulto de ropa tirado en el suelo. No: es una mujer de rodillas, apoyada en el marco con la cabeza caída sobre el pecho, como si durmiera. Tapada con el burka parece una mancha oscura estampada en el muro. El sargento se acerca apuntándola con su arma. Le grita. La mujer no responde. Todos la rodean, encañonándola. Mar ve cómo tiembla el cañón del arma de su compañero más cercano. Mira su propio cañón: no tiembla, su mano es firme. Eñe sargento golpea el cuerpo con la culata del subfusil y la mujer cae de bruces sobre la tierra. Es un cadáver.
—¡Área despejada! —grita el sargento hacia la caravana de blindados.
Un soldado se asoma al otro lado del muro derruido donde se apoyaba la mujer.
—Aquí hay más muertos.
Junto al muro, tres cuerpos pequeños rotos, desbaratados por el impacto de las granadas. Son niños.
PILAR RUIZ (Santander, 1969) es licenciada en Periodismo, máster en guion y diplomada en dirección cinematográfica. Desarrolla su carrera profesional en diversas disciplinas del medio audiovisual: guionista de cine y series de televisión. Como directora de cine, su largometraje Los nombres de Alicia (2005) obtuvo la Mención especial del Jurado en el Festival de Málaga y el Premio especial del Jurado en el Festival de Miami. Es autora de El corazón del caimán, La danza de la serpiente o La virgen sin cabeza.
Club de lectura ALEJANDRÍA
ELENA CAMACHO ROZAS | De La Escala de Jacob. Pliegos de poesía
UNIDAD
No preguntes nunca por quién doblan las campanas
las campanas doblan por ti.
John Donne
¿Debo creer que es el viento quien alimenta las campanas cuando
suenan?
OFICIO DE POETA
No tengo el verbo largo y novelesco,
sólo en el coito del poema busco orgasmo,
y apenas un folleto de mano
se despliega curioso entre mis dedos
para dar con injusticia razón de mi existencia.
Un verso es huella que lamen las olas en la playa,
¡puro hallazgo! Y dejo mi vida novelada apenas
en la ardua arquitectura de una estrofa.
ELENA CAMACHO ROZAS (Santander, 20 de octubre de 1964) es escritora, profesora de Lengua y Literatura. Es autora de los poemarios Versatilidad de la emoción, La escala de Jacob, Ars adivinatoria, Trizas y trazos, Metamorfosis. Bodegones y otras naturalezas vivas o Colección de flores raras, entre otros. Tambiém ha publicados novelas como El camarero de El gato que ladra.
Club de lectura METRÓPOLIS
CONCHI REVUELTA | Te di mi palabra
Vega entró en la cocina con la masera llena y encontró a su abuela Virtudes meneando ágilmente la cántara, igual que la había dejado hacía casi una hora.
–Güela, no sé cómo decirla que yo puedo hacer la mantequilla, sus brazos están cansados de tanto menear. Luego la dolerán.
-Calla niñuca, si por ti fuera no haría nada en todo el día. Desde que murió tu abuelo no me dejas ni moverme y bastante tienes tú con el chicuzu y con la barriga que llevas encima y, por si todo eso fuera poco, ayudas a Ción y te encargas de las vacas. ¿No te cansas nunca, hija?
-Parece mentira que una mujer como usted, con todo lo que ha trabajado, me diga a mí que si no me canso. Las mujeres hemos venido a este mundo a trabajar. Aunque no lo parezca. ¿No es así? Además, quiero que esté bien para poder ayudarme a parir el hijo que llevo aquí dentro.
-Estoy perfectamente, no tienes que tratarme como una vieja, puedo hacer muchas cosas más.
La muchacha se giró sonriendo y fue colgando en la tocinera la matanza; así quedaba alejada de los ratones y curaría bien, gracias a la cercanía de la lumbre.
Vega se había convertido en toda una mujer. Una pasiega de ojos y pelo claros, espigada y fina. Era una muchacha alegre y jovial, siempre dispuesta a ayudar. Jamás se quejaba por nada, era fuerte y trabajadora, subía los prados ágilmente con el cuévano a cuestas, y bajaba al mercado con el borrico cargado de cesta rebosantes de mantequilla y quesos para sus clientas, porque también ejercía de vendedora.
CONCHI REVUELTA (Santander) compaginaba la literatura con otros trabajos y fue en 2013, con la publicación de la novela Aromas de tabacos y mar cuando la literatura se convirtió en el eje de su vida. En 2018, la autora cántabra publicó Te di mi Palabra y a partir de ahí fichó por grandes editoriales. Luego llegó Días grises con cielo azul y su última obra es Las mujeres de Las Carolinas.
Club de lectura MAOÑO
NIEVES ÁLVAREZ MARTÍN | Poemas de Luz dormida
PRIMER DESTINO
Era un pueblo pequeño,
muy pequeño.
Una escuela pequeña,
una vida pequeña,
y unos grandes deseos
de enseñar y aprender.
Diez niñas,
invierno,
nieve,
lluvia,
diez pares de ojos asustados,
diez labios azules,
veinte manos tiritando por el frío,
cien dedos apuntando a mi conciencia,
y un corazón que busca explicaciones
a preguntas que nadie
se atrevió a formular.
Debajo de mi mesa
el único brasero,
en las ventanas dos cristales rotos,
en los pupitres miedo y sabañones,
un mapamundi,
un mapa de España,
una regla, un compás,
algunos libros,
la lista con los nombres,
y en el encerado
la fecha y una cruz.
Llegué con la intención
de cambiar el paisaje y lo cambiamos:
tuvimos una estufa,
unas ventanas nuevas,
un lugar donde nacen las sonrisas,
y palabras y sueños que soñar.
Era un pueblo pequeño,
muy pequeño.
NIEVES ÁLVAREZ MARTÍN (Mingorría, 1949) es una escritora polifacética que ha tocado diferentes géneros literarios. Ha publicado más de doscientos materiales didácticos multimedia, algunos de ellos traducidos a otras lenguas, ha dirigido programas de radio y televisión y es colaboradora de diversas revistas educativas y literarias. Es socia de MAV (Mujeres en las Artes Visuales) y Genialogías (Asociación Feminista de Mujeres Poetas), entre otras organizaciones. Le han publicado 19 libros individuales de poesía, ha escrito 3 novelas, ha coordinado 14 antologías, y ha participado en más de 50 colectivos, entre otras obras.
Club de lectura MIGUEL DELIBES
MARTA SAN MIGUEL | Fragmento de Antes del salto
¿Qué podemos llevar?, me pregunta Pequeño el día que consigo un par de maletas grandes para empezar la mudanza. Mayor lo tiene claro, y aparece con la consola, los mandos y unas botas de fútbol con las que acaba de aprender a atarse los cordones.
Faltan unos días para que salga nuestro vuelo y sobre la cama hay camisetas, bañadores, calcetines, jerséis que dibujan un skyline de tejidos y volúmenes. Además de ropa, también hay medicinas, juguetes, el enchufe del repelente para los mosquitos, libros, un pelador, una linterna que proyecta dinosaurios.
El trabajo de investigación que le han concedido a Marido en Lisboa es para estudiar el agua del Tajo, así que cuando les explicamos a los niños que tenemos que mudarnos en apenas dos semanas y nos preguntan por qué, la razón que les damos es esa: por el río.
Marido nos ha mandado varias fotos de la casa que ha alquilado. Es pequeña, dice, trae solo lo necesario. Y sin saber qué es lo necesario, de repente pienso en que debería llevarme una foto de Quessant.
Compruebo los billetes de avión, la fecha y el horario del vuelo. Vamos a vivir casi un año en Lisboa, la ciudad que atrae al año casi un millón de turistas, la ciudad de Pessoa y de la luz. Todo suena perfecto, y sin embargo cuando despeguemos y estemos volando a doce mil pies de altura, caeré en la cuenta de que no he cogido la foto de Quessant. Y como si hubiera olvidado en realidad algo más, empezaré a notar la extrañeza que provoca leer mi nombre en las tarjetas de embarque, una inquietud nueva de no saber quién es esa mujer que viaja con dos niños. 38 años. Miss. No fumador.
MARTA SAN MIGUEL (Santander, 1981) es escritora, periodista y guionista. Su primera novela, Antes del salto (2022), fue seleccionada entre las mejores obras debut del año por los medios españoles. Entre sus publicaciones destacan los poemarios Meridiano y El tiempo vertical, y el libro de no ficción Una forma de permanencia. También ha participado en los libros colectivos y fue finalista del XIII Premio Cosecha Eñe de Relato en 2018. Trabajó durante veinte años en El Diario Montañés. En la actualidad, es articulista de Opinión para las cabeceras del Grupo Vocento.
Club de lectura LOCUS AMOENUS
GLORIA RUIZ | Fragmento de Sin un adiós
El monte es su parcela de libertad y nadie como él conoce sus caminos, las angostas veredas y los manantiales que fluyen, pequeños y cristalinos, y que tanto agradece y tanto le alegran.
Acabó en la tarde de ayer de escribir notas en papeles diversos y las ató a distintos grupos de plantas: “Para el dolor de cabeza”, “Para la diarrea”, “Para el estómago”… Después de un rato habrá de ir a dejarlas en los lugares convenidos y, luego, seguirá oteando la casa para comprobar si su madre ha puesto la señal de “Abierto el paso”, ese trapo de color rojo que acostumbra a colgar en el tendal de la huerta. Ay, si pudiera ir hoy mismo… Cuánto desea abrazarla y sentir su calor inacabable a cuyo contacto vuelve a ser niño y bueno.
Aunque es verano, la humedad del monte y su quietud acaban por escalofriarlo. Se acaba el tiempo de la espera, esa dimensión que no necesita de reloj y que se mide con desesperanza.
GLORIA RUIZ (Casar de Periedo, 1942). Escritora y poeta, es conocida tanto por sus poemarios como por sus novelas, entre las que habría que destacar títulos como Sin un adiós o Anémonas desde la mar. Su amplia trayectoria editorial incluye los libros de poesía Versos de amor y de muerte, Rasgando oscuridades, Pieles sin retorno, La raíz del alba, Del poeta extrañado Sombras, Poesía en el Aula. Antología y los relatos y novelas Traslúcida de luna y Siempre siemprevivas.
Club de lectura PASAPÁGINA Los Corrales de Buelna
ALMUDENA CAMPUZANO | Poema de Bosphorus
El tiempo sucumbe
ante miradas apagadas
y sonrisas presa, llenas
de condescendencia.
Las buenas palabras se amontonan en el suelo sobre
rosas secas…